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Políticas de exportación y superación de la pobreza.

Desde nuestro punto de vista, los tres capítulos destinados a fomentar los valores y el nivel moral de la población, así como los dos destinados a elevar su nivel educativo y técnico, aportan las principales medidas para acabar con la pobreza. Además, una población con moral y luces tiene, al menos, la preparación necesaria para enfrentar con éxito los obstáculos al desarrollo personal y del país.

La propuesta sobre la difusión de la propiedad contribuye eficientemente a largo plazo a hacer que la clase media sea la población mayoritaria y disponga de ingresos para ahorrar. Las demás medidas propuestas minimizan y hacen más eficiente el funcionamiento de la economía.
Pero, después de la prioridad que tiene la superación de la pobreza, el segundo objetivo, en orden de importancia, consiste en convertir la economía nacional en una economía que aumente las exportaciones y las diversifique.

Esta política es la que asegura las fuentes de empleo para una población con un más alto nivel de preparación, al mismo tiempo que permite competir y aprovechar las ventajas de la especialización. Por otra parte, el desarrollo de las exportaciones aumenta la disponibilidad de divisas para importar lo que no se pueda producir. (Véase el Capítulo XII del libro “Erradicación Drástica de la Pobreza”).

Al ser el petróleo el principal producto de exportación, tanto la prosperidad como las crisis dependen del alza o caída de los ingresos petroleros. Cuando bajan éstos, también bajan los ingresos del gobierno y, para compensar esta caída, el gobierno vende los dólares más caros, es decir, devalúa (deprecia) el bolívar. Esto aumenta los precios, profundiza la pobreza y reduce la clase media. Y cuando aumentan los precios petroleros el gobierno recibe más dólares que si bien aumentan la actividad económica y las fuentes de empleo, como gasta más de lo que se puede producir, genera inflación.

Por otra parte, el aumento de la actividad económica incrementa la demanda de las importaciones y de los dólares para pagarlas y, como hay abundancia de divisas, no es necesario subir el precio, es decir, no se devalúa o se aprecia el dólar. El tipo de cambio permanece fijo y, mientras tanto, la inflación aumenta los costos de producción. Se dice entonces, que el bolívar está “sobrevaluado” y, sin duda, afecta a los exportadores que siguen percibiendo los mismos ingresos por sus ventas pero sus costos de producción suben con la inflación. Los precios en dólares de los productos nacionales son más caros.

Tan cierto es el problema que causa la sobrevaluación que acabó con las exportaciones tradicionales y siempre hemos comprado más a nuestros vecinos de lo que les vendemos.El petróleo, a pesar de sus ventajas, presenta otro problema. Las variaciones de sus precios y de los ingresos suelen ser agudas, frecuentes y casi siempre inesperadas.

De modo que, en palabras de Ruth de Krivoy, la economía venezolana se parece a una montaña rusa. Estas fluctuaciones o volatilidad, superior a la de cualquier otro producto, influyen en la economía haciéndola muy inestable, lo que causa temor en los inversionistas y en los ahorristas que frenan sus inversiones y son crónicamente propensos a la “fuga” de sus ahorros o capitales.

Para evitar los efectos de la volatilidad del petróleo, los economistas han propuesto que cuando suban los ingresos petroleros se ahorre el excedente a fin de que, cuando el ingreso caiga, el gobierno pueda utilizar los excedentes para cubrir el déficit y mantener estable su nivel de ingresos y gastos, sin causar inflación, sobrevaluación y otros daños a la economía.

Sin embargo, durante la segunda mitad del siglo pasado, se crearon tres “fondos de estabilización” y éstos no funcionaron. Hasta el presente, los gobiernos no han resistido la tentación de gastar los excedentes. Por tal razón, en el Capítulo XII del libro anteriormente mencionado, se presenta una solución alternativa para la utilización de los ingresos extraordinarios petroleros.

En el mundo actual, dirigir el máximo posible de la producción a la exportación es una política ya probada y particularmente imprescindible en los países más pequeños. Si Alemania, cuya producción es mayor que la de toda América Latina y el Caribe, consideró conveniente integrarse con los países de la Comunidad Económica Europea y otras regiones del mundo, fue porque ello le proporcionó mayores mercados; con mucha más razón países pequeños requieren desarrollar políticas que les permitan aumentar y diversificar las exportaciones, no sólo de sus productos, sino de los países destinatarios.

Es realmente extraño que los venezolanos no tengamos una “conciencia exportadora”, sobre todo cuando aumentan los ingresos petroleros y se estabiliza el tipo de cambio para reducir la inflación.

El referido Capítulo XII del libro, se detiene a examinar las distintas medidas o políticas que ayudarían al desarrollo del crecimiento y diversificación de las exportaciones y del aumento del empleo que éstas generan.

Se estudian allí, entre otras medidas, los planes de integración con EE.UU., Canadá y con los otros países de América Latina, la inconveniencia y ventajas de las inversiones extranjeras, las políticas petroleras más convenientes, un plan original de privatización del petróleo que le asegure a cada venezolano la permanencia de tal propiedad, se presentan medidas prácticas para crear un buen marco institucional que le dé estabilidad y promueva las políticas exportadoras y se sugiere el destino más conveniente del exceso de ingresos petroleros.