Para analizar esta segunda causa de la pobreza, comencemos por considerar primero algunos hechos reveladores:
Durante los años posteriores a la segunda guerra mundial, a partir de 1945, Venezuela comenzó a recibir numerosos contingentes de inmigrantes españoles, italianos y portugueses. Casi todos ellos campesinos. Sin embargo, la mayoría se establecieron en Caracas u otras ciudades mayores.
Por lo general solían tener un nivel de instrucción muy bajo, no superior a la primaria y no pocos eran hasta analfabetos o de muy escasas letras. Trabajaron por el salario mínimo y, muchos junto a sus mujeres e hijos, se emplearon como servicio doméstico en las casas de los venezolanos más pudientes. Otros se emplearon como obreros de la construcción o ejercieron algún oficio menor. Por esa misma época se acentuó la migración de los campesinos venezolanos a las grandes ciudades, particularmente a Caracas y la mayoría de ellos se empleó en tareas semejantes a las que realizaban los inmigrantes extranjeros. Con el pasar de los años ¿cuál fue el resultado de ese proceso?
Los migrantes venezolanos provenientes del campo construyeron rancherías en las periferias urbanas que crecen continuamente y sus condiciones económicas no han mejorado. A diferencia de ellos, los inmigrantes europeos se integraron a la sociedad formal y próspera del país y habitan en apartamentos o casas que no pocos han adquirido en los sectores de la clase alta. Entre ellos el número de los que permanecen pobres es ínfimo y, hoy día, sus hijos constituyen un porcentaje importante de los profesionales o estudiantes universitarios. Sobre todo, en contraste con el promedio oficial de los venezolanos que llegan a ser patronos, que era del 6,33%, un estudio de las Naciones Unidas reveló que el 49,13% de los italianos terminó abriendo su propio negocio, igual hicieron el 33,5% de los españoles y el 30% de los portugueses. Esta gente no sólo prosperó, sino que creó fuentes de empleo.
Todo ello contrasta con lo que le ocurrió a los campesinos venezolanos y a los que vinieron de Colombia o Ecuador, que aun siendo audaces por el hecho de emigrar, estuvieron muy lejos de lograr lo alcanzado por los europeos. ¿Cuál es la causa de tales diferencias? Antes de contestar esa pregunta registremos otros hechos.
• La Colonia Tovar se fundó hace unos 160 años con alemanes procedentes de la región conocida como la “Selva Negra”. Ellos vivieron allí prácticamente aislados; hasta hace 50 años, sus comunicaciones con el resto de Venezuela se limitaban a caminos de recuas, que luego fueron sustituidas por carreteras que los comunicaban con el estado Aragua, la ciudad de Los Teques y sobre todo, con Caracas.
Aunque al principio se basaron en la producción del café, esas recientes carreteras causaron un auge sorprendente. Hoy la Colonia Tovar registra los niveles de ingreso más altos del país y los descendientes de aquellos primeros alemanes se han integrado al sector moderno del país y presentan una de sus tasas de ahorro más elevadas. Allí el crecimiento explosivo no vino acompañado de analfabetismo, ni del alcoholismo, mendicidad o prostitución. Y lo que sigue es aún más importante.
• En 1997 la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) realizó 14.000 entrevistas como parte de su estudio sobre la Pobreza en Venezuela. De allí se derivó esta trascendental conclusión: menos del 2,4% de las personas pertenecientes a los sectores marginales del país, es capaz de salir, por sí misma, de esa condición. No podemos pues culpar a los marginales de permanecer en su situación. Sino que se requiere de un esfuerzo para lograr su superación por parte del resto del país.
Observamos que una característica notoria de los pobladores de los sectores marginales, además de la ignorancia, es el sentimiento de impotencia que los priva de la “garra” para superar los obstáculos que se oponen a su superación personal. En consecuencia, tienden a la pasividad y esperan mucho del Estado, de la ayuda del patrono o de la suerte y son fuertemente propensos al clientelismo político. El marginal cree poco en las ideologías o en las instituciones y desconfía de los poderosos tanto del sector privado como del público. Por tal razón la demagogia tiene su raíz en el mismo sector marginal. El político que no haga uso de la demagogia pierde las elecciones frente a otro que además de ser demagogo sea capaz de generar confianza en sus promesas.
Recordemos que países con importantes desigualdades económicas y en situación de recesión o crisis económica facilitan aun más la demagogia, particularmente la de la extrema izquierda, dando origen a la inestabilidad política.Cuando tales demagogos tienen posibilidades de éxito electoral despiertan un gran temor entre los inversionistas y generan la fuga de capitales al exterior. Y, si a esto se suma la eventualidad de una devaluación de la moneda, se ocasiona un efecto tremendamente dañino en el nivel de inversiones y de empleo, pues originan una situación recesiva que sólo puede ser contrarrestada con el aumento del gasto y la inversión públicos; lo cual, en nuestro caso, depende de los ingresos petroleros que, como nos enseña la historia, han sido los más volátiles del mundo.
¿Cuál es la causa de esos sentimientos de impotencia, minusvalía y pasividad de los marginales que los hacen tan propensos al clientelismo?, ¿Cuál es el origen de esos antivalores exclusivos de la marginalidad?
Entre las varias razones que existen, la que se estima como principal es la peculiar estructura y funcionamiento de la familia, que se caracteriza por la “matricentralidad” (Tanto ésta como otras razones explicativas, que se complementan entre sí, se exponen en Capítulo 1 del libro “Erradicación Drástica de la Pobreza en Venezuela”
Si bien la marginalidad tiene sus antivalores exclusivos, el resto del país tiene otros que comparte con ella y debilitan los esfuerzos para lograr el desarrollo. Antes de entrar a considerar esos antivalores veamos por contraste lo que ocurrió en Alemania después de la Segunda Guerra Mundial. Alemania había quedado devastada. El 75% de los edificios de sus ciudades habían sido destruidos por los bombardeos. Sin embargo, pocos años después, en 1958 se reconocía mundialmente la recuperación de ese país como el “Milagro Alemán”. Algunos lo explicaron diciendo que eso se debió a los préstamos e inversión directa de EEUU para convertirla en una vitrina frente a los países comunistas. Veamos esto con respecto a Venezuela.
Los alemanes recibieron de EEUU $1.473 millones en donaciones. Adicionalmente, Alemania contrajo unas pocas deudas que pagó por adelantado y la inversión directa acumulada de EEUU fue, hasta 1960, de $1.006 millones. En contraste, Venezuela recibió entre 1948 y 1960 $ 12.587 millones por concepto de renta petrolera (que lógicamente no tenía que devolver pues le pertenecía). Y la inversión extranjera directa sumaba hasta 1960, $4.382 millones. Además, la población de la Alemania Occidental para 1960 era 6 veces mayor que la de Venezuela. Venezuela había progresado pero no había producido ningún milagro parecido al alemán.
De los países árabes petroleros se puede decir lo mismo. Algunos de éstos más ricos que Venezuela y sin embargo no son países desarrollados. Aunque ese destino común nos hace pensar en una maldición por el exceso de petróleo, lo cierto es que regiones como Alaska han ahorrado sus ingresos petroleros y los administran con eficiencia en beneficio de sus residentes, y Noruega ha sido igualmente exitosa en la administración de sus ingresos petroleros para constituir un fondo que destina a completar las pensiones de los trabajadores en edad de retiro. Se trata pues no del dinero disponible para invertir, sino de la capacitación humana sobre todo de los valores útiles para la eficiencia productiva y la organización social.
Esos antivalores que se oponen a los valores útiles, son fáciles de apreciar por comparación cuando se vive y trabaja en países desarrollados, pero también, han sido confirmados, al menos, en un par de investigaciones: Una de ella terminada en 1.999 por el Sr. Andrés Miñarro, Jefe de Investigaciones de Educación y Psicología de la UCAB y otra de Rosalind Greaves de Pulido de la Universidad Metropolitana (UNIMET). Además, se han verificado en otros estudios realizados por la UCAB y publicados en el libro “Detrás de la Pobreza” (1.997) y en su actualización “Detrás de la Pobreza 10 años Después” (2.009).
En el extenso Capítulo 4 del libro Erradicación Drástica de la Pobreza en Venezuela que titulé “El Capital Moral” se agrupan principalmente bajo títulos tan sencillos como “la viveza criolla” y la “indisciplina” y se analizan sus deletéreos efectos en la economía, en la política y en el funcionamiento de nuestras instituciones. Además, en dicho capítulo, se añaden los razonamientos que justifican la importancia de los antivalores para la economía y la democracia, como los que divulgaron dos Premios Nobel de Economía: James Buchanan y Amartya Sen.